Así es Manuel González, un enólogo de perfil bajo a quien el tiempo y el destino ha premiado. Porque hoy Andeluna muestra el camino iniciado por el hace algunos años. Pero desde su llegada a fines de 2011 muchas cosas pasaron en la bodega. Por suerte, el terruño sigue su camino y las plantas a medida que pasan los años, ganan en todo. En equilibrio y en expresión.

Andeluna es una de las bodegas jóvenes de la Argentina, y protagonista desde su fundación de la nueva era del vino argentino. Y con apenas poco más de diez años se ha posicionado como una de las referentes; sobre todo de los vinos de altura mendocinos. Pero ese arranque impetuoso se vio interrumpido un par de años porque el destino así lo quiso. Y aquel emprendimiento del visionario americano Ward Lay junto a la familia Reina Rutini, en un rincón bien cercano a Los Andes, durmió una siesta. Se despidió de su creador, y pasó a manos de una familia argentina. La transición duró un par de años. Suficientes para que Manuel pueda entender a fondo Gualtallary, y diera rienda suelta a sus creaciones.

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Licenciado en Enología acostumbrado a hacer grandes cantidades de vinos para sorprender al mundo en sus primeros años de profesional desde Trivento. Pasó luego a Pulenta Estate, donde pudo desplegar pinceladas du su mano elegante. Y desde 2012 es el responsable de los vinos de Andeluna. Pero así como la vid necesita tiempo para expresarse, el enólogo también. En 2013 la bodega vuelve a encontrar su rumbo, de la mano de la familia Barale. Una familia que ya tenía un emprendimiento vínico en San Rafael, y con Andeluna cumple el sueño de poder elaborar vinos de alta gama en un terruño único del Valle de Uco.

Por eso, hoy en 2015 la gran mayoría de los vinos en el mercado ya muestran un estilo con el que Manuel se identifica más, así también como la familia Barale.

A esta altura todos saben que el potencial de Gualtallary ya es una realidad, y que a más de 1300 metros de altura, las uvas se expresan diferente. A Manuel se lo asocia mucho con el Cabernet Franc, por haber logrado dos de los máximos exponentes del varietal. Y por se su uva fetiche. Pero lo cierto es que el vino lo desvela y lo apasiona. Por eso sus blancos, rosados y tintos en general son expresivos y fieles a las tipicidades, tanto de la uva como del lugar.

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Las apariencias engañan porque detrás de esa cara angelical se esconde un rebelde. Y fue ese el espíritu que lo llevó, allá por fines de los 90, a experimentar con una variedad que en la Argentina casi nadie empleaba. Así fue que se enamoró del Cabernet Franc en Chille, al lado del reconocido wine maker Enrique Tirado. Y pocos años después nació su primer Gran Cabernet Franc.

Y lo que empezó como un desafío y una rebeldía, hoy se ha convertido en materia de estudio. Hoy quiere conocer a fondo la zona para entender mejor los clones, y encaró junto a técnicos del Conicet, un profundo y amplio estudio de la variedad, con el objetivo de llegar a la pureza clonal para obtener un Cabernet Franc con la mejor expresión de su lugar posible.

El estilo de los vinos de la casa va evolucionando con las cosechas. Porque las viñas se afianzan en el terruño, porque la bodega está completamente equipada y porque desde hace ya tres años que el equipo trabaja en la misma dirección. Se pueden decir que son vinos modernos y expresivos, de trago vivaz los más jóvenes y con una complejidad potencial, las etiquetas más importantes.

Manuel tiene muchas cosas entre manos. Un vino de cosecha tardía tinto a base de Malbec, Cabernet Sauvignon y (obviamente) Cabernet Franc, un espumante método tradicional a base de Pinot Noir y Chardonnay y un vino ícono, por sobre su etiqueta más personal; Pasionado.

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Hoy puedo decir que Andeluna ha recuperado su fuerza natural, y sin dudas seguirá siendo protagonista. No sólo con el Cabernet Franc, sino también con sus 1300, una línea de varietales jóvenes muy recomendable con blancos (Chardonnay, Torrontés, Sauvignon Blanc), un Rosé de Malbec del año y tintos 2014 (Merlot, Malbec y Cabernet Sauvignon); todos a $115. Los Altitud ($207 c/u) 2013, con algo más de cuerpo son Chardonnay, Merlot, Malbec y Cabernet Sauvignon. Y todo se completa (por ahora) con la línea Pasionado. Un Malbec, el afamado Cabernet Franc y un blend de 4 cepas. Son modernos y pensados para disfrutar durante los próximos años. Vino de terruño y de autor; un autor también apasionado y muy copado.

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